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Friday, August 13, 2010

Holanda aparecía como un difícil reto para los comandos. Con sus innumerables puentes sobre canales y ríos, debería ser impracticable para las tácticas de
El Alférez Walther tenía órdenes de tomar el puente ferroviario principal en Gennap, sobre el Mosa, entre la provincia alemana de Westfalia y la provincia holandesa de Brabante. Aunque holanda era un país neutral, esperaba cualquier día un ataque alemán. Había que emplear una sutil estratagema si se quería tomar y conservar el puente hasta la llegada del grueso de la tropa.
Esta vez los heroicos Brandenburgers decidieron vestir uniforme alemán, como parte de una estratagema más compleja. Su plan era hacerse pasar por prisioneros alemanes. Avanzaron hacia el puente, con sus armas cuidadosamente ocultas, escoltados por cómplices con uniformes de la gendarmería real holandesa, de hecho, seguidores holandeses del Führer, que, al igual que otros miles de Europa seguían la ideología del líder NS.
El grupo de siete prisioneros y dos guardias se presentaron en el puesto de guardia del puente, diez minutos antes del previo ataque alemán. A una señal de Walther, los “prisioneros” atacaron el puesto de guardia y escaparon disparando. Fueron heridos tres de los Brandenburgers, pero aun eran necesarios para tomar el segundo puesto de guardia y el otro extremo del puente.
Walther solo tenia a su disposición dos Brandenburgers y los dos aliados holandeses; pero en la confusión del momento, la genial estratagema siguió funcionando a la perfección, gracias también en parte al dominio y el autocontrol de los comandos alemanes, para esa época los mejores del mundo. Los guardias restantes no sabían como reaccionar, viendo que había hombres con su propio uniforme en el grupo que avanzaba y mientras titubeaban, Walther lanzo una granada en su dirección y tomo rápidamente el control del detonador instalado para garantizar la destrucción del puente.
Justo en ese momento llego el primer Panzer y comenzó a rodar sobre el puente. Walther corrió hacia ellos, pero los tanguistas desconociendo la misión que se había llevado a cabo, ya que esta era ultra secreta, los tomaron por soldados holandeses; Walther fue herido de gravedad por una ráfaga de MG-42, su compromiso y lealtad llegaba hasta ese limite, siendo capaz de sacrificarse siempre en beneficio de su misión. Por suerte Walther logro sobrevivir y recibió
Naturalmente el trabajo de los Brandenburgers no termino al comenzar la invasión principal. Había mucho mas trabajo para ellos, el avance por los Países Bajos. El Alférez Gräbert tuvo pronta ocasión de compensar su error de la noche de la invasión cuando el 27 de mayo, recibió la misión de e3vitar la apertura de compuertas en Nieuport.
El 27 de mayo, las fuerzas alemanas estaban cerca de Ostende y los belgas, al borde de la rendición. Disfrazados con uniformes belgas, Gräbert y una docena de hombres se infiltraron en la caótica masa de civiles y soldados en huída en los alrededores de Ostende, conduciendo un autobús del Ejército belga capturado. Con mucha dificultad se aproximaron finalmente al puente, al atardecer. La orilla sur estaba controlada por un destacamento de tropas británicas, y habían minado el puente con cargas explosivas. Cuando el autobús se acercó al puente, los británicos abrieron fuego. Los hombres de Gräbert bajaron, se pusieron a cubierto y vistieron su uniforme alemán.
Cuando cayó la oscuridad, Gräbert y un suboficial, cuerpo a tierra, avanzaron por el puente, con ráfagas de ametralladora rozando sus cabezas. Avanzando lentamente, buscaron a tientas los cables de las cargas destructoras y los cortaron a su paso. Tan pronto como llegaron al otro lado, los dos hombres abrieron fuego: era la señal para que el resto cruzara el puente a la carrera para el ataque. Utilizando subfusiles y granadas de mano, los alemanes pronto eliminaron los pequeños grupos de defensores. Las casas de bombeo y el puente cayeron intactos en sus manos.
Con la victoria alemana en Occidente, en el verano de 1940, terminó la primera fase de operaciones de los Brandenburgers. Sus programas de entrenamiento se organizaron de cara a su participación en la invasión de Inglaterra. Su siguiente entrada en acción fue en la primavera de 1941 cuando iban a pasar su prueba mas dura durante
Monday, July 26, 2010
La Abwehr, los legendarios comandos del Führer (segunda parte)
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Puesto que aún no se había declarado la guerra y los alemanes querían conservar cierta respetabilidad diplomática, el gobierno de Hitler emitió una declaración arguyendo que los hombres implicados eran irregulares polacos.
Pronto se olvidaron estos fallos, sin embargo, cuando las fuerzas especiales consiguieron ejecutar la tarea, imposible en apariencia, de evitar la voladura del puente de ferrocarril de Demblin, indispensable para continuar el avance de las fuerzas alemanas tras una semana de victoriosos combates. Ahora, la guerra abierta y encarnizada había cambiado las condiciones para las operaciones clandestinas. El primer requisito fue infiltrarse en las líneas del frente. Todos los hombres seleccionados para la operación de Demblin eran de Alta Silesia, hablando si acaso con más fluidez el polaco que el alemán y todos fueron equipados minuciosamente con uniformes polacos. Desplazándose a través de la zona de combate, se mezclaron con una columna de soldados y civiles que huían del avance alemán.
No hubo intentos de ocultarse; más bien, al contrario. Marchando en orden de desfile a veces a los compases de una marcha del ejército polaco, estos casi impecables infantes de Marina deberían haber atraído toda la atención por el contraste con el llamativo caos circundante.
Encabezados por un suboficial llamado Kodon, la columna alcanzó el puente el 10 de septiembre. Abriéndose paso entre la multitud de refugiados aterrorizados, Kodon localizó al comandante de los zapadores polacos encargados de volar el puente. Algo sorprendido por la llegada de esta unidad de refresco, el comandante de los zapadores intentó “llamar a su cuartel general”, pero los alemanes habían cortado las líneas. En este momento, una incursión Stuka en la zona circundante al puente dio a Kodon la ocasión de sugerir a sus “colegas” que le entregasen el control del puente.
Aceptaron agradecidos la oferta y los hombres de Kodon se encontraron como único comando del puente, a través del cual huían en gran número soldados y civiles. Durante cinco largas horas esperaron Kodon y sus hombres la aparición de los primeros Panzers.
Inmediatamente, Kodon provocó una reacción de pánico en la multitud para limpiar el puente y todo terminó. Los hombres del comando no tenían que hacer nada más, salvo volver a ponerse el uniforme alemán y prepararse para la siguiente misión.
Sunday, May 23, 2010


Los caballeros eran, como definen los términos que les hacen referencia, jinetes. No pasó demasiado tiempo, sin embargo, antes de que se les exigieran más cosas. En otras palabras, que no todos los soldados de caballería eran caballeros. Ser caballero significaba que uno tenía que ganarse el título gracias a su habilidad y acciones en el campo de batalla o en los torneos. Evidentemente, las guerras no tenían lugar muy a menudo y las batallas todavía menos, de modo que la práctica de la caballería tenía que conseguirse en otros lugares y el entrenamiento por otros medios. El entrenamiento comenzaba pronto en la vida de un chico, si era noble. Su maestro sería un caballero, a menudo un familiar o un amigo íntimo del padre del chico. Éste era entrenado en la monta de caballos, cargar con la lanza baja, dar tajos con la espada desde su silla y, en ocasiones, incluso lanzar jabalinas o lanzas desde la grupa del caballo.
La instrucción en las armas a caballo sería complementada con un entrenamiento igual en armas para luchar a pie. Roger de Hoveden describe la educación caballeresca de los hijos del rey Enrique II de Inglaterra:
“Se esfuerzan por sobrepasar a los demás en el manejo de las armas. Se dan cuenta de que sin la práctica, el arte de la guerra no aparece de forma natural cuando uno lo necesita. Ningún atleta que no haya recibido golpes puede luchar con tenacidad: debe ver su sangre y oír como se quiebran sus dientes bajo el puño del adversario y cuando es lanzado contra el suelo debe luchar con todo su poder y no perder el valor. Cuanto más a menudo caiga, con más determinación debe alzarse de nuevo a sus pies. Cualquiera que lo haga puede participar con confianza en una batalla. La fuerza conseguida gracias a la práctica es inestimable: un alma aterrorizada posee una gloria fugaz.
Aquél que es demasiado débil como para soportar esta carga, aunque no es una falta suya, quedara aplastado por su peso, sin importar el entusiasmo con el que se apresure a la tarea. El precio del sudor bien pagado está donde los Templos de
Sunday, May 9, 2010
En 1251 fue elegido por fin un nuevo Gran Khan, Mongke, quien tenía la determinación de aplastar a los chinos, últimos enemigos de los mongoles. De nuevo, no habría un ataque directo, sino una ofensiva envolvente por el sudoeste para aislar a los Song del comercio y el contacto con India y Birmania. Esto suponía invadir y conquistar el reino de Nanzhao, situado en la salvaje y boscosa región montañosa del sudoeste, donde el clima era tropical y nocivo para la salud tanto de las tropas como de los caballos mongoles.
Mongke envió a su hermano más joven, el virrey del norte de China, príncipe Kublai (1215-1294), a conquistar Nanzhao con ayuda del brillante comandante de campo Bayan, un uigur al servicio de los mongoles. Al invadir Nanzhao con tres columnas separadas en octubre de 1253, Kublai, de 36 años, hizo preparaciones meticulosas para evitar que la hambruna y la enfermedad destruyeran su ejército mientras avanzaba. Un mes más tarde el ejército de Nanzhao, dirigido por el rey Tuan, bloqueó el río Yangtzé, pero Bayan lanzó un osado ataque nocturno a través del río. En diciembre los Nanzhao se rindieron. Tuan conservó el trono, pero como vasallo de los mongoles.
En 1259 Mongke partió a conquistar la rica provincia Song de Sichuan, pero murió, como muchos de sus hombres, por el calor y el clima insano de la zona. Kublai lo sustituyó en mayo de 1260 y se proclamó el primer emperador Yuan de China, decidido a ganarse la legitimidad ante los chinos conquistando por fin el imperio Song.
Sin embargo, Kublai tendría primero que reformar el ejército imperial Yuan. Kublai era un buen comandante de campo, aunque prudente, no era un genio de primera en lo que se refería a la organización. En 1263 estableció el Consejo Privado para crear un ejército de infantería chino totalmente nuevo, un cuerpo de artillería y, aun más impresionante, una marina china.
El núcleo del Ejército imperial, no obstante, seguía siendo la caballería. Tanto los meng-ku (ejército principal mongol) como las tropas fronterizas/provinciales (tammachi) estaban formados por tropas de caballería. Un departamento especial imperial (corte imperial de cría caballar) organizaba el suministro de buenos caballos mediante la gestión de las caballadas, los establos, los pastos y la alimentación de los animales. La corte imperial de aperos aprovisionaba a la caballería con todo el equipo, como estribos, sillas, arneses y armaduras desde sus sedes de Shengdu y Beijing. A pesar de los mejores esfuerzos de la corte de cría caballar para facilitar caballos y jinetes, ambos eran escasos, especialmente los buenos caballos.
La consecuencia fue que el régimen impuso una leva del centésimo caballo en manos chinas, pero estos animales eran vendidos a precios impuestos por el Estado, medida muy impopular entre los chinos que minó el apoyo a un régimen extranjero. Las autoridades Yuan a su vez nunca se fiaron de los chinos y ningún chino alcanzó un buen puesto militar o civil en
Sin embargo, el poder logístico de este Ejército imperial era formidable. Mantuvo un servicio postal por todo el imperio con 20000 caballos y jinetes y cientos de estafetas de correo diseminadas por las carreteras principales. Los
Lo que esto posibilitó fue una superlativa administración chinomongola, una fusión de la energía mongola y la experiencia administrativa china, además de la creación de la corte de armamentos (Wu-pei-ssu). Esta fue responsable de aprovisionar al ejército, incluyendo la caballería, con armas, armaduras y suministros esenciales de los arsenales. Es más, el Ejército Yuan no era, gracias a la vieja tradición china de las casas de colonias militares (aurugbs, en mongol), una carga tal como se podía esperar.
La organización fue descentralizada de modo que el Khan sólo mantenía el mando personal de los antiguos tumens Keshik. El Consejo Privado tenía el control sobre las 35 unidades y alrededor del mismo Beijing y los tumens destinados en el norte de China. El resto del Ejército imperial estaba bajo el mando de las ramas provinciales y locales del Consejo Privado.
El Ejército imperial de Kublai estaba mejor organizado, abastecido, disciplinado, entrenado y equipado que el de su abuelo Genghis. El personal de caballería era mejor que los salvajes y feroces guerreros mongoles y nómadas de la estepa que el primer Khan había llevado a la guerra. Ahora el enorme poder de la maquinaria moderna de asedio, una gran flotilla fluvial y los masivos ejércitos de la infantería de la antigua China se habían combinado con la mejor caballería mongola de todos los tiempos. Sin embargo, este ejército necesitaba ser óptimo, ya que se enfrentaba a muchos enemigos a su alrededor.
Sunday, May 2, 2010

La típica montura “de cuernos” que utilizaban los romanos era de invención céltica, y, pese a lo que los germanos los tratasen peyorativamente por utilizar sillas, fue muy útil y se expandió también a otros grandes jinetes; consta su uso por los arqueros partos. No es de extrañar que haya llegado a ellos a partir de la migración gálata. La evidencia arqueológica es indiscutible, pero más interesante nos resulta colegir la utilidad de dicha montura combinada con el uso del arco cuando aún no se conocían los estribos.
Las vestimentas celtas eran de variados colores, cuadriculadas muchas veces, como los tartanes de los escoceses, con pantalones largos y túnicas de manga larga. Cuando no iban desnudos, los celtas solían llevar pantalones que ataban por encima de sus tobillos y calzado cerrado, aunque también utilizaban unas trusas por debajo de la rodilla, como las que usaron en épocas posteriores los legionarios auxiliares de
A veces se dejaban puestas las capas cuando se quitaban las túnicas para combatir, pero conservaban la túnica larga debajo de las armaduras de anillos para defender el cuerpo del roce de la propia armadura. Además portaban collares macizos que doblaban alrededor del cuello, y cuyos extremos delanteros remataban en dos pequeñas esferas, también metálicas. Esa clase de adorno se utilizaba además en forma de brazalete. Resulta curioso que los galos, siendo grandes difusores de armamento, combatieran desnudos o sin él.
La imagen del galo es inseparable de la de sus largos mostachos, caídos hacia los costados de la boca o curvados hacia arriba para impresionar. Tal como lo hacían con el pelo. Son raros los galos lampiños y también los de barba completa. Los peinados de guerra, estirando los cabellos artificialmente con lodo seco para inspirar pánico a los enemigos, no evitaban que usaran también una gran variedad de cascos. El más expandido fue seguramente el tipo montefortino, con carrilleras adornadas de tres discos. Usaban plumas, a veces combinadas con largos soportes metálicos y colgantes de crin, así como algunas crestas de crines parecidas a las que utilizaban los legionarios romanos y toda clase de adornos metálicos, generalmente zoomorfos (jabalíes, pájaros). Se conserva un casco galo recogido en Trasimeno de largas alas transversales, seguramente muy incómodo para la pelea y probablemente perteneciente a algún jefe o jinete.
También adornaban sus cascos con cuernos metálicos, con crestas centrales y con alas metálicas, tal como los adornos que solemos asociar con los vikingos, quienes curiosamente usaban más bien cascos lisos y nunca cuernos. Adoptaron los celtas muchas veces cascos de sus vecinos griegos y no usaban demasiada protección en la parte anterior de la cara, con la excepción de algún nasal y la mencionada de máscaras de protección en las tropas de Oriente.
El elemento ligero de la infantería era provisto más bien por los guerreros jóvenes y novatos, que utilizaban escudos algo más livianos, redondos o hexagonales y puñados de jabalinas. En el uso ligero se descartaba la típica espada celta a favor de una daga o espada corta. Las vainas de los celtas eran de hierro y pendían de un cinturón, muchas veces con adornos metálicos, del lado derecho, al igual que sus vecinos romanos.
Raramente se valían de arqueros, pero los arcos eran cortos y se usaban más bien para la caza. Había honderos y las fortificaciones celtas muestran todavía hoy yacimientos de piedras empleadas como munición en caso de asedio.
Los estandartes celtas eran metálicos, con esculturas que representaban animales tales como ciervos, jabalíes, toros, gallos, así como también motivos geométricos. El asta de madera iba rematada en su parte inferior de una extremidad metálica en forma de lanza, que servía tanto en el combate como para clavar la insignia en el suelo al estilo romano.
Los músicos celtas utilizaban cuernos, con forma de tales, o el largo y estilizado carnyx que remataba en la figura de un animal con la boca abierta; por esa hendidura salía el aire del instrumento que luego copiarían los romanos.
Estos guerreros se proveían de armamento en forma asistemática y no existe un punto de inflexión entre las jabalinas, las lanzas cortas arrojadizas y las largas de empuñar. Las puntas de las lanzas eran de la más variada gama, muchas eran sumamente largas y predominaban las de forma de hoja lanceolada, más bien anchas en su parte media y de punta fina y estirada. Las lanzas tenían una contera metálica en punta aguda que servía eventualmente en caso de rotura, tal como en las lanzas griegas.
El largo de la espada celta era de unos
Sunday, April 25, 2010


El guerrero galo es un combatiente de espada larga de dos filos (que sirve más para cortar que para usar la punta en forma ofensiva), que acostumbraba blandir sobre la cabeza. Se cubría con un escudo algo más ligero que el romano y plano, de forma oval, hexagonal, u oval con bordes rectos; las formas ovales son las que derivan en el thureos helenístico, con el que iban a ser equipadas las tropas de infantería ligera; pero el agarre central de estos escudos era más cómodo que la agarradera doble de los escudos griegos, y el modelo se usó también en las tropas de caballería cuando éstas adoptaban escudos redondos.
En Occidente los escudos celtas solían tener la spina central y refuerzo metálico en cruz, con un bulbo o protuberancia menor en la parte del agarre. Los escudos celtas se encontraban ricamente decorados y pintados con variados colores. Estos esquemas se simplificarían al incorporarse a la panoplia helenística.
Hablar de un gálata entre los sucesores de Alejandro es casi lo mismo que hablar de un mercenario de infantería ligero que forma en orden cerrado, o incluso de una variante moderna del hoplita, con armadura pesada, pues llegaron a usar corazas musculadas y hasta cascos con máscaras faciales metálicas, al estilo de los catafractarios orientales.
En Occidente también había tribus de mercenarios, siendo la más conocida la de los gaesati (las gaesas eran las jabalinas pesadas con forma de hoja de árbol ondulada en los bordes). Los gaesati solían combatir totalmente desnudos y desafiar al enemigo antes del combate. El caso más famoso es el de la batalla de Telamón, donde un ejército galo fue exterminado al ser rodeado por dos ejércitos romanos. Allí los galos combatieron “como hombres” hasta el final, y sus armas capturadas sirvieron durante las guerras púnicas para que los romanos pudieran formar legiones penales con presos liberados.
Hábitos de combate y atuendos
Era distinta la concepción de combate entre un legionario romano y un infante galo. La diferencia fundamental estribaba en las armas de filo. El legionario usaba una espada corta que servía tanto para clavar de punta como para cortar; en cambio, la espada larga de los galos debía ser blandida en forma tajante. El uso del escudo era inversamente complementario.
El scutum romano servía para empujar de frente y herir desde abajo. Los escudos de los galos, siendo más ligeros, les permitían moverse en forma rápida y atacar con gran ímpetu, descargando antes del combate una lluvia de jabalinas hasta que comenzaba su especialidad: el trabajo de espada, donde intentaban hacer prevalecer su potencia física y su entusiasmo inicial.
La costumbre celta de despojarse de vestimenta, dejando el torso desnudo, probablemente influyera en la agilidad de sus movimientos y en aminorar la fatiga en la esgrima de la espada. Los galos de zonas montañosas acostumbraban combatir en orden más suelto que sus vecinos de llanuras abiertas, por ello, su talón de Aquiles fue la falta de buenas infanterías en orden abierto o de exploradores, aunque no eran ignorantes del arte de la emboscada.
Las mallas o armaduras de anillos de hierro, eran portadas por los nobles y especialmente por la parte más importante de la caballería. Los jinetes celtas combatían en forma parecida a su infantería, sólo que las lanzas reemplazaban a las jabalinas y sus escudos con larga spina central, con o sin refuerzo metálico, eran redondos. En este período los galos casi no hicieron uso de los carros.